

España: join, or die
La imagen que ilustra este artículo es considerada como la primera viñeta política de los USA. Publicada en 1754 en el Pennsylvania Gazette por Benjamin Franklin, ilustraba la situación de desunión en las colonias británicas americanas. La serpiente estaba dividida en ocho partes que representaban a las diferentes colonias existentes por aquel entonces. Así mismo, la posición del reptil dibujaba el contorno de la costa atlántica americana, desde Nueva Inglaterra en el norte hasta las Carolinas en el sur.
El gobierno británico aplicaba en las colonias una política a la que ya hice referencia en un artículo anterior: divide et impera. Era la única manera de gobernar sus territorios de ultramar, puesto que para Londres habría resultado inviable enviar las tropas necesarias para mantener bajo control un territorio tan extenso como el americano.
La política que siguieron los británicos desde que colonizaron aquellas tierras no fue muy diferente a la que realizaron en el resto de su imperio durante cientos de años. Y les funcionó, vaya si les funcionó. La diferencia fundamental para que las colonias americanas se sublevaran y consiguieran su independencia fue que los habitantes de las colonias eran de origen británico y se consideraban a todos los efectos ciudadanos británicos.
"Lo que ocurrió en las colonias no fue una guerra de independencia, fue una revolución en toda regla. Es cierto que desembocó en la independencia de los USA, pero en realidad, dicho conflicto fue la primera revolución política de la Edad Moderna."
La versión interesada de la historia en la que se nos cuenta que los habitantes de las colonias decidieron independizarse de Inglaterra por motivo de las subidas de impuestos que la corona aplicó a las colonias, es falsa. Porque el asunto de los impuestos fue la consecuencia de la poca consideración que profesaban los ingleses por sus conciudadanos americanos. Entre otros muchos, la Ley del Timbre o el Motín del Té en el puerto de Boston fueron la gota que colmó el vaso y que desencadenó la Guerra de Independencia Americana o como realmente ellos la denominan: the Revolutionary War o la Guerra Revolucionaria.
Porque lo que ocurrió en las colonias no fue una guerra de independencia, fue una revolución en toda regla. Es cierto que desembocó en la independencia de los USA, pero en realidad, dicho conflicto fue la primera revolución política de la Edad Moderna. En nuestra interpretación egocéntrica de la historia global, los europeos creemos que la Revolución Francesa de 1789 fue el primer y el más importante acontecimiento político de aquella época y de hecho es considerada como el momento histórico que dio paso a la Edad Contemporánea. Nada más lejos de la realidad.
La Revolución Americana comenzó en 1775 y acabó en 1783, seis años antes de que los franceses tomaran la Bastilla. Si bien el conflicto armado americano se inició en 1775, este no fue más que a consecuencia de un problema que se venía gestando décadas atrás. Como hemos visto, veintiún años antes, en 1754, Benjamin Franklin publicaba la viñeta de la serpiente en la que pedía la unidad de las colonias frente a los abusos de la corona británica.
"Los representantes de las trece colonias solicitaron sin éxito durante décadas que los habitantes americanos tuviesen el mismo derecho que el resto de los habitantes británicos a ser representados en el lugar donde se tomaban las decisiones que les afectaban."
La reclamación más importante que los colonos americanos le pedían a la corona era el derecho de representación en el parlamento inglés. Los representantes de las trece colonias solicitaron sin éxito durante décadas que los habitantes americanos (el término ciudadano es posterior a esta época) tuviesen el mismo derecho que el resto de los británicos a ser representados en el lugar donde se tomaban las decisiones que les afectaban.
Años antes de la guerra, el mismo Benjamin Franklin viajó a Londres como enviado especial de las colonias (algo parecido a un ministro de Exteriores) para reclamar dicho derecho. Como he mencionado, la parte más recordada de este enfrentamiento fue la relativa a los impuestos: la Stamp Act, que grababa con un impuesto todos los papeles, documentos e incluso periódicos; o el incidente del Tea Party en Boston, debido a la subida del impuesto al té a causa de un excedente de este producto en la otra punta del imperio.
Este aumento de los impuestos se produjo como consecuencia de que el parlamento británico decidió que fuesen los propios colonos americanos los que sufragaran los importantes gastos que supuso la Guerra franco-india en los territorios americanos como extensión de la Guerra de los Siete años que se libró en Europa entre franceses e ingleses. Los colonos aceptaron cargar con una parte de los costes de la campaña bélica, pero les resultó intolerable pagar el coste de una guerra que ellos consideraban como parte de la contienda europea.
"Los representantes de las trece colonias solicitaron sin éxito durante décadas que los habitantes americanos tuviesen el mismo derecho que el resto de los habitantes de Inglaterra a ser representados en el lugar donde se tomaban las decisiones que les afectaban."
Nació así el concepto conocido como "no taxation without representation" o "sin representación en el parlamento, no pagaremos impuestos". A día de hoy, los únicos americanos que pagan impuestos sin tener representación en el Congreso son los ciudadanos de Washington D.C. debido al privilegio que supone vivir en la capital federal, como así reza el lema en las placas de matrícula de sus coches. Pero volvamos a lo que sucedió en 1776.
Para aplacar el descontento de los colonos americanos, los británicos aplicaron la estrategia de divide et impera, consistente en dividir y enfrentar a los habitantes de las trece colonias entre ellos, otorgando privilegios diferentes a unos y a otros para que el rencor y la envidia se dirigiesen hacia sus vecinos y no hacia los gobernantes de Londres. En connivencia con la corona británica, cada una de las colonias era gobernada por una serie de caciques locales, los terratenientes de las plantaciones de tabaco, como era el caso de la familia Penn, que daría el nombre a la colonia y posterior estado de Pennsylvania.
En el fondo de esta situación tan injusta para los habitantes de las colonias, yacía un sentimiento de superioridad y clasismo por parte de los ingleses hacia los colonos americanos. Los consideraban ciudadanos de segunda clase: gentuza provinciana, vagabundos, mendigos, delincuentes o locos religiosos que habían decidido abandonar Inglaterra para establecerse en las colonias, lejos del corazón del imperio y de la capital del mundo de aquel entonces: Londres.
"Durante más de doscientos años, las colonias recibieron barcos y barcos cargados con los "excedentes" humanos de la sociedad inglesa, por lo que no es de extrañar el mal concepto que los habitantes de Inglaterra tenían de los americanos."
Y no solo eso, porque al contrario de lo que la historia oficial cuenta, a las colonias no viajaron solo aquellos aventureros emprendedores que buscaban un futuro mejor, sino que la mayoría de los barcos surcaban los mares repletos en sus bodegas de hombres, mujeres y niños engañados con los llamados "contratos de servidumbre" o secuestrados a la fuerza como esclavos. Y no eran negros africanos, eran blancos ingleses de las capas bajas de la sociedad, asaltados en plena noche en los callejones de Londres, embarcados a la fuerza en los puertos ingleses para ser transportados y posteriormente vendidos como esclavos a los ricos terratenientes de las plantaciones.
En 1637 en Virginia, por cada habitante existían tres esclavos bancos, y en Maryland, la proporción era de seis a uno. Australia, ese país conocido por ser donde los británicos mandaban a sus delincuentes y holgazanes, no empezó a recibir a tan eminentes huéspedes hasta que las colonias americanas se independizaron y los ingleses ya no pudieron enviar a sus deshechos sociales allí. Durante más de doscientos años, las colonias recibieron barcos y barcos cargados con los "excedentes" humanos de la sociedad inglesa, por lo que no es de extrañar el mal concepto que los habitantes de Inglaterra tenían de los americanos.
Hasta tal punto llegó la situación que Franklin llegó a proponer que los mismos barcos que traían la escoria humana que los británicos no querían, volviesen a Inglaterra con cajas repletas de serpientes para ser soltadas en los parques de las ciudades y en las fincas de la nobleza como agradecimiento. Pero es algo que actualmente no interesa contar porque es preferible hacer pensar a los europeos que solo los pobres negros africanos eran vendidos como esclavos, en lugar de confesar que nuestros antepasados ya servían como esclavos cientos de años antes de que los portugueses se hiciesen con el control de la costa este de África y comenzasen con su lucrativo negocio negrero. Pero de este asunto escribiré en otro momento.
"La fragmentación de nuestro país en pequeñas colonias gobernadas por caciques locales gracias al sistema creado por la clase política, las autonomías y las diputaciones, permite mantener el control de 45 millones de ciudadanos por parte de unas pocas familias."
De una manera muy similar a lo que ocurría en América hace 250 años, salvando las distancias, España se encuentra en una situación política muy parecida. Veamos.
La fragmentación de nuestro país en pequeñas colonias gobernadas por caciques locales gracias al sistema creado por la clase política, las autonomías y las diputaciones, permite mantener el control de 45 millones de ciudadanos por parte de unas pocas familias a través de los partidos políticos mayoritarios y minoritarios nacionalistas. Gracias a los miles de millones que nos roban a los españoles a través de impuestos, quiebras bancarias, multas... pueden repartir subvenciones a redes clientelares y cientos de miles de votos cautivos que viven sin trabajar a costa de la mayoría de la población.
Esa misma fragmentación provoca tensiones entre unas y otras "colonias españolas" debido a que cada familia o cacique regional busca solo su beneficio personal, ni siquiera el de su "colonia", y mucho menos el de España, por descontado. El creciente enfrentamiento entre los políticos catalanes y los madrileños es una muestra clara de esta situación. Harán lo que sea con tal de mantener su poder, sus privilegios y su dinero. Los ideales, el derecho a decidir, la democracia... no son más que excusas para conseguir sus objetivos.
"Los emires y familias reales de dichos países, en connivencia con los políticos europeos, a los que entregan generosas cantidades de dinero que estos últimos guardan en Suiza, Panamá o Gibraltar, nos envían a cientos de miles de inmigrantes musulmanes para que los europeos les mantengamos con el dinero de nuestros impuestos."
Por otra parte, la invasión descontrolada de inmigrantes musulmanes y africanos, aplaudida y subvencionada por los políticos de todos los partidos, no es más que lo mismo que ocurría en las colonias americanas hace 250 años. Los países musulmanes ricos productores de petróleo como Arabia Saudí o los Emiratos Árabes Unidos, envían hacia Europa cientos de miles de pobres desgraciados para que no acaben en sus países estropeando sus maravillosos paisajes plagados de rascacielos, coches superdeportivos o tiendas de lujo.
Los habitantes de dichos países, a pesar de contar con los recursos suficientes para ayudar a sus hermanos musulmanes vecinos, prefieren enviarlos hacia Europa por una sola razón: son profundamente racistas y clasistas, como lo eran los británicos con los colonos. Los emires y familias reales de dichos países, en connivencia con los políticos europeos, a los que entregan generosas cantidades de dinero que estos últimos guardan en Suiza, Panamá o Gibraltar, nos envían a cientos de miles de inmigrantes musulmanes para que los europeos les mantengamos con el dinero de nuestros impuestos.
Esta es exactamente la misma técnica que utilizaba la aristocracia británica para librarse de su escoria social: enviarlos lejos y que otros se encargasen de mantenerlos. Europa en general y España en particular se ha convertido en la cloaca preferida por los países ricos musulmanes para enviar sus desperdicios. Japón no lo acepta, Rusia tampoco, ni USA, ni Australia... entonces solo queda Europa. La aristocracia musulmana en connivencia con los caciques locales europeos, ¿te suena familiar?
"¿Qué decidimos los ciudadanos españoles?, ¿estamos representados en el parlamento español?, ¿y en el parlamento europeo?, ¿los políticos cumplen sus programas electorales? o ¿simplemente hacen lo que les da la gana sin consultarnos?"
Por último está la cuestión de la representación, el "no taxation without representation" de nuestros días. Sin duda alguna esta es la piedra angular sobre la que gira todo el problema y que acabará desencadenando la Revolución Española que nunca existió en nuestro país.
Es innegable que el derecho de representación de los ciudadanos españoles ha desaparecido, y si piensas que dicho derecho se limita a votar cada cuatro años, estás profundamente equivocado. Porque realmente, ¿qué decidimos los ciudadanos españoles?, ¿estamos representados en el parlamento español?, ¿y en el parlamento europeo?, ¿los políticos cumplen sus programas electorales? o ¿simplemente hacen lo que les da la gana sin consultarnos?
Sé que es difícil abstraerse de la propaganda constante que los partidos políticos y los medios de comunicación se encargan de repetir machaconamente: vivimos en una democracia gracias a los políticos porque ellos corrieron delante de los grises; España es un Estado de derecho donde todos los españoles somos iguales ante la Justicia y nadie está por encima de la Ley; nuestro sistema político es un modelo para el resto de países del mundo; los partidos políticos están para expresar la voluntad de los ciudadanos y están llenos de políticos altruistas con una gran vocación de servicio público... y otras sandeces similares que ya nadie se cree.
"Somos los actuales colonos americanos: ciudadanos de segunda en un imperio gobernado por una clase política española idéntica a los rancios aristócratas británicos de finales del Siglo XVIII, que miraban con asco y recelo a la chusma que habitaba el continente americano."
La realidad es que nuestro sistema político es una partitocracia (la clase política manda) oligárquica (siempre gobiernan las mismas familias) cleptocrática (todos roban en la medida de sus posibilidades), donde el derecho de representación de los ciudadanos españoles y de gobernar nuestros destinos han quedado reducidos a la nada más absoluta. La clase política ni siquiera se molesta en cumplir su programa electoral, sabedora de que nada ni nadie podrá arrebatarle el poder del que disfrutan desde hace décadas.
Corrupción institucionalizada, nepotismo, enfrentamiento entre diferentes regiones, excarcelación de terroristas, subvenciones a amigos y familiares, subidas continuadas de impuestos para mantener sus redes clientelares, inmigración descontrolada para abaratar los sueldos de los trabajadores españoles y usurpación del derecho de representación de los ciudadanos. A eso se dedican todos los partidos políticos españoles sin excepción.
Todo lo enumerado anteriormente es exactamente lo que desencadenó la Revolución Americana. Los españoles somos los actuales colonos americanos: ciudadanos de segunda en un imperio gobernado por una clase política española idéntica a los rancios aristócratas británicos de finales del Siglo XVIII, que miraban con asco y recelo a la chusma que habitaba el continente americano.
"El resto de países europeos, una vez que los ciudadanos españoles nos pongamos en marcha, vendrán en nuestra ayuda, tal y como los franceses y los españoles hicimos con los colonos americanos en su lucha por la independencia de los tiranos británicos."
Ya mencioné en otro artículo que si los españoles no realizamos un cambio anticipatorio, como lo definió Fromm, lo que se producirá será un cambio catastrófico, tal y como ha sucedido a lo largo de la historia en otros procesos similares, donde los intereses creados del stablishment impidieron la adaptación gradual a un cambio natural e imparable: el progreso.
O los españoles nos unimos frente a nuestro enemigo común o desapareceremos como nación. Y nadie va a venir a salvarnos, el primer paso tendremos que darlo nosotros mismos. Pero eso no debe preocuparnos porque somos capaces de hacerlo y porque el resto de países europeos, una vez que los ciudadanos españoles nos pongamos en marcha, vendrán en nuestra ayuda, tal y como los franceses y los españoles hicimos con los colonos americanos en su lucha por la independencia de los tiranos británicos.
Porque el resto de países de Europa están igual o más hartos que nosotros de la inepta clase política española. Hartos de que seamos un lastre para la Unión Europea. Hartos de que una parte de esa misma clase política sea nacionalista e intente reventar la Unión Europea. Hartos de prestarles dinero para que se lo gasten en vivir como marqueses. Hartos del sin vivir que supone tener como socios a unos políticos capaces de cargarse todo el proyecto europeo por su avaricia infinita. Por eso no debemos preocuparnos, acudirán en nuestra ayuda porque les interesa deshacerse de estos tiranos incompetentes.
España: join, or die.
España: únete, o muere.