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La dictadura de la incompetencia

He de reconocer que me falta imaginación y pido disculpas por ello, pero nadie es perfecto. Sé que muchos de mis artículos se titulan igual que algunos libros que he leído, pero quizá es que todos los títulos buenos ya estén cogidos y no me quede más remedio que copiarlos. "La dictadura de la incompetencia" es un libro que leí hace bastantes años y está escrito por Xavier Roig en 2008. He vuelto a releerlo y el autor escribe acerca de las relaciones entre el poder económico y el político, además de analizar con bastante profundidad y acierto el funcionamiento de la Administración Pública. Lo que escribió en 2008 podría haberse escrito perfectamente en 2017, siendo bastante curioso que lo que muchos veíamos y denunciábamos hace casi diez años, ahora la mayoría se lleve las manos a la cabeza como si fuese algo reciente. 

 

Intentaré ser conciso en este artículo porque la idea que quiero transmitir no necesita demasiadas explicaciones ni teorías que la justifiquen. En realidad es una especie de continuación de un artículo anterior en el que expliqué mi teoría de que la clase política se ha convertido en un cáncer que está matando al enfermo: en este caso a España. Una de las razones fundamentales que provocan esta situación es la falta de control de los poderes del Estado, al estar todos ellos en manos de un reducido grupo de personas: las minorías organizadas cuya razón social es Génova 13 S.A. y Ferraz 70 S.A.

 

Sin embargo, hay otra razón muy importante que ha propiciado que nuestro país se encuentre en estado terminal: la dictadura de la incompetencia institucionalizada. ¿En qué consiste esto?. En que la inmensa mayoría de los políticos, salvo honrosas excepciones que no hacen más que confirmar la regla, carecen de la experiencia, la formación o ambas a la vez que justifiquen sus puestos y sus salarios. La endogamia partidista ha provocado que legiones de familiares, amigos, conocidos y otros especímenes varios hayan copado los cargos políticos cerrando así el paso a otros ciudadanos quizá más preparados o con mayor experiencia profesional o con más vocación o todo a la vez, a los puestos reservados a aquellos que pertenecen al partido.

"Para defender sus intereses y justificar algo que no tiene justificación alguna, su argumento es que en una democracia todo el mundo tiene derecho a participar en política. Efectivamente: derecho sí, pero puede que capacidad no."

Pegar carteles, colocar sillas en los mítines, aplaudir las decisiones del capo, sonreír en las reuniones y esperar a que les llegue su turno es el bagaje "profesional" de la inmensa mayoría de los políticos en nuestro país... y del bagaje intelectual, mejor ni hablamos. Esto ha traído como consecuencia que donde deberían estar las personas más brillantes y preparadas en sus respectivos campos, estos lugares estén copados por lo más mediocre de nuestra sociedad: opositores de provincias, abogadas que tardan diez años en aprobar una de las carreras más fáciles, economistas que no han ejercido nunca o personas sin formación alguna y que no han trabajado en toda su vida dirigen los destinos de 45 millones de personas en una situación tan surrealista que más bien parece una película de los hermanos Marx.

 

Eso sí, en lo que no les gana nadie es en pillería, ya que haciendo uso de la manipulación y retorciendo la cosas hasta que se amolden a sus intereses, han conseguido justificar toda esta situación tan vergonzosa para cualquiera que tenga un mínimo de sentido común. Para defender sus intereses y justificar algo que no tiene justificación alguna, su argumento es que en una democracia todo el mundo tiene derecho a participar en política. Efectivamente: derecho sí, pero puede que capacidad no.

 

En España, donde solo existen derechos pero no obligaciones, para que unos pocos tengan su "derecho constitucional" de participar en política, eso sí sin ninguna "obligación" (llámese experiencia profesional o formación intelectual), la mayoría de los españoles tenemos que tragar y ver cómo por culpa de su incompetencia nos llevan al desastre más absoluto. Es decir, que en un país donde todo aquel que quiera puede estudiar una carrera universitaria sin importar su condición social o su nivel económico, gracias al sistema de enseñanza pública y de becas, los políticos se escudan en que no es necesario acreditar ninguna experiencia o formación para ocupar un cargo público, ya que eso sería discriminatorio y clasista. Nos dicen que así es la democracia y el Estado de derecho... y se quedan tan anchos.

"Si tú tienes una empresa, ¿contratarías a alguien sin estudios o la formación pertinente para realizar ese trabajo?. No. ¿Y sin ninguna experiencia profesional?. Tampoco, quizá de becario como mucho."

¿Tú tienes que acreditar estudios para según qué puestos de trabajo?. Sí. ¿Y experiencia profesional?. También. ¿Idiomas?. Uno o dos. Entonces, si a los ciudadanos se nos exigen unas cosas, ¿por qué a los políticos no?. Porque así está montado el tinglado para que los  políticos no tengan que justificar nada ante nadie: por-que-ellos-lo-valen y punto. Por otro lado, si tienes una empresa, ¿contratarías a alguien sin estudios o sin la formación pertinente para realizar ese trabajo?. No. ¿Y sin ninguna experiencia profesional?. Tampoco, quizá de becario como mucho.

 

Imagina que te gusta mucho el espacio y los cohetes. Viajas a Houston a la NASA y les dices que quieres trabajar allí. Te preguntan qué estudios o qué experiencia profesional tienes, a lo que les respondes que ninguna. Te dicen que te vayas al psiquiatra más cercano. Entonces te pones como un energúmeno diciendo que te están privando de tu derecho a trabajar en la NASA, que ese era el sueño de tu vida y que les piensas denunciar por discriminación y clasismo. Te garantizo que no necesitarás ningún cohete, porque de la patada que te darán en el culo, te mandarán directamente a la Luna.

 

Es un ejemplo llevado al extremo, pero vayamos con uno más cercano. A una persona que quiera presentarse a un puesto en la Administración Pública (médico, profesor, ingeniero, policía...), lo primero que le pedirán es un nivel mínimo de estudios: a un médico la carrera de medicina, a un profesor la carrera de magisterio, a un ingeniero la ingeniería correspondiente... Lo siguiente que tendrá que hacer es estudiar y prepararse una oposición con o sin pruebas físicas, prácticas o las que se requieran para el puesto. Así mismo, dentro de esa oposición competirá contra otros candidatos, por lo que tanto su experiencia profesional como otros cursos o estudios le serán necesarios. Es posible que le pidan el conocimiento de al menos un idioma, por supuesto certificado por alguna institución oficial. Y en algunos casos le pueden solicitar el certificado de antecedentes penales donde figure que está limpio para poder ejercer su profesión.

"Es bastante sorprendente cómo personas sin preparación, formación o experiencia pueden ir saltando de un cargo a otro sin mayor problema: hoy concejal de sanidad, mañana ministro de defensa, pasado mañana dirijo una empresa de aguas públicas y el mes que viene presido el Congreso de los Diputados."

Veamos ahora los requisitos necesarios para poder acceder a un cargo político de responsabilidad.

· Estudios: no.

· Idiomas: tampoco.

· Oposición y pruebas: nada.

· Cursos: no son necesarios.

· Experiencia profesional en el sector: no hace falta. 

· Antecedentes penales: ni hablar.

Entonces, ¿qué se necesita para ser político y ocupar un cargo de responsabilidad?. Nada: solo ser amigo, familiar, amante o tener carnet del partido.

 

Ten en cuenta que la trascendencia, la responsabilidad y las consecuencias de las decisiones de un policía, un médico, un profesor o un administrativo son infinitamente menores que las que pueda tener un presidente del gobierno, un ministro, un alcalde, un presidente autonómico, provincial o similares. Tampoco tiene el mismo sueldo un profesor que un ministro, y el profesor ha tenido que estudiar y trabajar... y el ministro no. ¿Es democrático esto?. Creo que no. ¿Es justo?. Creo que tampoco.

 

Es bastante sorprendente cómo personas sin preparación, formación o experiencia pueden ir saltando de un cargo a otro sin mayor problema: hoy concejal de sanidad, mañana ministro de defensa, pasado mañana dirijo una empresa de aguas públicas y el mes que viene presido el Congreso de los Diputados. ¿Tú lo entiendes?. Yo no. Toda una vida dedicada a mamar de la teta pública sin ningún pudor ni remordimiento en un continuo ir y venir entre la sede del partido, el ministerio, el Congreso y el ayuntamiento, para terminar presidiendo una empresa pública a razón de una media de 175.000 euros anuales, o en su defecto como eurodiputado por 6.000 euros al mes, como si de cementerios de elefantes se tratasen. No olvides que sin necesidad de estudios o formación alguna por-que-ellos-lo-valen.

"Casi ningún político abandona la política y vuelve a su trabajo... porque no lo tenía, ya que no ha trabajado nunca. Y como tampoco tienen estudios o no han trabajado nunca fuera de la política, pues nadie les contrata."

¿Tú crees que en tu empresa podrías ir saltando de departamento en departamento como si nada?, este año estás en ventas, los dos siguientes en contabilidad, al siguiente en marketing y al otro en mantenimiento. ¿A que no?. Pues eso, más claro agua.

 

Hace años, dedicarse a la política era un servicio temporal: uno ejercía su profesión, después unos años era alcalde o ministro y volvía a su puesto de trabajo. Ahora no es así: uno entra en la política y ya no sale hasta que se muere. Como se suele decir, es difícil entrar, pero imposible salir. Tú y yo mantenemos con nuestro dinero a los políticos de ahora, a los de antes y a todos sus parientes y amigos. Casi ningún político abandona la política y vuelve a su trabajo... porque no lo tenía, ya que no ha trabajado nunca. Y como tampoco tienen estudios o no han trabajado nunca fuera de la política, pues nadie les contrata. Entonces el partido les busca acomodo en alguna institución o empresa pública alejada de la primera línea mediática y de la vista de los ciudadanos... también pagado con nuestro dinero, claro.

 

Por último, te contaré la anécdota de que mi esposa trabaja como profesora de un instituto público. Ella es ingeniera y ha pedido la compatibilidad para poder darse de alta como autónomo y montar una pequeña empresa. Se lo han denegado. Sin embargo, nuestros queridísimos políticos pueden ir acumulando un cargo detrás de otro con sus respectivos sueldos sin ningún problema. Sin ir más lejos, Dolores Cospedal puede ser presidenta nacional del Partido Popular, presidenta regional del Partido Popular de Castilla la Mancha, diputada en el Congreso y ministra de Defensa. Sin embargo, mi esposa no está autorizada a ser profesora en un instituto por las mañanas y a montar una pequeña empresa por las tardes y los fines de semana para poder completar el miserable sueldo que la Administración le paga por aguantar a energúmenos de entre doce y diecisiete años. ¿Increíble, verdad?. Pues tan cierto como que estoy escribiendo estas líneas.

"La clase política al completo se ha convertido en una élite extractiva de rentas de la población española. Hasta para morirse hay que pagar impuestos."

Y por encima de todo esto: ¿quién es el Estado para entrometerse en la vida de mi esposa y decidir si puede o no puede trabajar en lo que le dé la gana en su tiempo libre?, mientras ella cumpla con su trabajo en el instituto, cumpla con la legalidad y pague sus impuestos, ¿por qué el Estado tiene que coartar la libertad de mi esposa?. ¿Te das cuenta que ni para esto la Ley no es igual para todos?

 

Es probable que dentro de poco publiciten a bombo y platillo el nuevo "plan para fomentar el emprendimiento femenino", dotado de un presupuesto de tropecientos millones de euros y que únicamente servirá para crear varios "observatorios del emprendimiento femenino" donde colocar con buenos sueldos a amigos y familiares y hasta es posible que decidan nombrar a un "alto comisionado para el emprendimiento femenino", eso sí: con coche oficial, tarjeta black, comidas y un sueldo no inferior a los 200.000 euros, y que será ocupado por... un político, claro. Mientras tanto, mi esposa estará muriéndose del asco por las tardes, fines de semana y vacaciones porque no tiene "autorización para compatibilizar" los dos empleos.

 

¿Qué explicación tiene este sinsentido?. Pues que unos pocos privilegiados puedan vivir a costa del ciudadano español toda su vida sin acreditar estudios o experiencia profesional, probablemente sin dar un palo al agua y todo ello pagado con el dinero que nos confisca el Estado a la fuerza mediante impuestos, multas y demás sacacuartos. La clase política al completo se ha convertido en una élite extractiva de rentas de la población española. 

 

Hasta para morirse hay que pagar impuestos.

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